Dandome uno de mis paseos con mi suegro por uno de sus olivares, me topé con un acebuche cuya hoja era diminuta. El tronco no era gran cosa ni mucho menos, pero aun así me decidí a sacarlo de debajo de una piedra para llevarmelo a casa y empezar a cultivarlo. Más de uno hubiera descartado al instante aquel palito, pero hoy en dia me siento muy contento de como a evolucionado este pequeño olivo en esos tres años.
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